MANIFIESTO MASAJÍSTICO

El material que encuentren en este blog va a tener como guías las siguientes premisas:

- dar masaje no es hacer toc-toc con el canto de la mano en la espalda de la gente, ni es frotar a alguien con pomada átomo desinflamante.

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dar masaje es el acto de contacto humano más evidente y potencialmente profundo, porque

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el cuerpo refleja todos los contenidos psicológicos, psíquicos o espirituales de la persona. Por lo tanto, el contacto que se da durante el masaje tiene potencialmente repercusiones en todas esas áreas.


Desarrollo y justificación de estas premisas, en los siguientes artículos, que se pueden navegar también por las etiquetas del costado.


jueves, 14 de enero de 2010

La vida abstracta y lo óptimo

El cuerpo tiene una estructura -pies, piernas, tronco, cabeza, etc.- y un orden, una manifestación ideal para esta estructura: los pies abajo, la cabeza arriba, el torso en el medio, etc.

Este orden ideal no es estático. Una persona parada quieta, de pie, ejecuta en realidad montones de micromovimientos de re distribución permanente del peso, aunque no sea mas que para compensar los cambios de volumen y forma implicados en respirar solamente, que permiten el recambio constante de los grupos musculares activos: una forma de apoyo del peso es sostenida por el grupo de músculos frontales, otra por los músculos posteriores, otra por los laterales, otra por combinaciones, etc.

Todos estos cambios mantienen un ideal común y constante alrededor del cual se organizan, que es el de verticalidad. Dado que la misma columna vertebral no es recta, y que no hay en realidad casi líneas rectas y mucho menos verticales en el cuerpo, la noción de “verticalidad” se entiende como aquel rango de posiciones en las que las formas naturales del cuerpo se apoyan unas sobre otras, descansando cada una su peso plenamente sobre la anterior, desde el piso como primera parte del cuerpo hasta la coronilla como última.

Cuando se produce esta alineación – apilamiento de manera óptima el resultado más perceptible es, dada la mínima necesidad de los músculos de intervernir para garantizar el sostén, la sensación de “falta de esfuerzo” o “liviandad” en el movimiento.